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  • La manera en que se habla del Mercado suele ser

    2018-11-03

    La manera en que se habla del Mercado suele ser muy economicista, pero las economistas feministas están ampliando la perspectiva de análisis, al subrayar que el Mercado no solo desata procesos económicos, sino que también da forma bcl-2 inhibitor la cultura y a la política. La economía feminista plantea que tanto los mercados como los intercambios contractuales no toman en consideración el contexto en el que se llevan a cabo, que es uno de desigualdad entre mujeres y hombres (). Las relaciones de género “marcan el terreno sobre el que ocurren los fenómenos económicos y ponen las condiciones de posibilidad de los mismos” (Pérez Orozco 2012). Sí, los usos y costumbres de género en la economía estructuran y validan las relaciones desiguales entre los hombres y las mujeres de manera absolutamente funcional para la marcha de la sociedad. Además, ciertas transacciones mercantiles frustran o impiden el desarrollo de las capacidades humanas (Sen 1996) mientras que otras determinan ciertas preferencias problemáticas y muchas respaldan relaciones jerárquicas y/o discriminatorias totalmente objetables. Como los mercados sostienen no solo cuestiones económicas sino también éticas y políticas, por eso se habla de “mercados nocivos”, que aparecen cuando hay una distribución previa e injusta de recursos, ingresos y oportunidades laborales (Satz 2010). Debra Satz (2010) analiza los mercados nocivos, donde incluye al del sexo, y establece cuatro parámetros relevantes para valorar un intercambio mercantil: 1) vulnerabilidad, 2) agencia débil, 3) resultados individuales dañinos y 4) resultados sociales dañinos. La vulnerabilidad y la agencia débil aluden a lo que las personas aportan en la transacción; la vulnerabilidad aparece cuando las transacciones se dan en circunstancias de tal pobreza o desesperación que las personas aceptan cualquier condición, y la agencia débil se da cuando en las transacciones una parte depende de las decisiones de la otra parte. Los otros dos parámetros (daños individuales y sociales) son característicos de los resultados de ciertos mercados cuando posicionan a Ochre suppressor los participantes en circunstancias extremadamente malas, por ejemplo, en las que son despojados o en las que sus intereses básicos son aplastados. También eso produce resultados extremadamente dañinos para la sociedad, pues socava el marco igualitario que requiere una sociedad y alienta relaciones humillantes de subordinación. De ahí que para evaluar una transacción comercial se requiera evaluar también las relaciones políticas y sociales que sostiene y respalda, y examinar los efectos que tal transacción produce en las mujeres y los hombres, en las normas sociales y en el significado que imprime en las relaciones entre ambos. Por eso la preocupación ética y política que provoca la “prostitución” no puede ser abordada únicamente desde una perspectiva de “eficacia” del mercado, o del neo-contractualismo o del relativo consentimiento de las personas involucradas. Idealmente, en una sociedad justa, el papel de Mercado debería estar acotado a una igualdad redistributiva, para que todas las personas tuvieran acceso a bienes básicos (salud, educación, vivienda, empleo). Si a partir de tal piso básico hubiera mujeres que quisieran dedicarse a trabajar en el comercio sexual no habría impedimento ético a que lo hicieran. La reflexión de Satz (2010) subraya que aunque los mercados nocivos tienen efectos importantes en quiénes somos y en el tipo de sociedad que desarrollamos, no siempre la mejor respuesta es prohibirlos. Al contrario, las prohibiciones pueden llegar a intensificar los problemas que condujeron a que se condenara tal mercado. En ese sentido ella reconoce que es menos peligrosa la prostitución legal y regulada que la ilegal y clandestina, pues esta aumenta la vulnerabilidad y los riesgos de salud, tanto para las trabajadoras como para los clientes. Por eso respecto al comercio sexual hay consideraciones fundamentales a favor de una política de regulación que saque de la clandestinidad a quienes requieren ese trabajo y consideraciones que se engarzan con la necesidad de una política de salud pública.